En una Sala de Reuniones, ante el Comité Ejecutivo de la empresa, una mentira chusca, rocambolesca y disparatada que se transforma en una verdad. Una verdad que quizás sigue siendo una mentira, retorciendo la verdad de la mentira hasta hacer relucir la mentira de la verdad. Una mentira. Una verdad. Una excusa…
Una nave que se va a pique, que casi hace aguas desde el principio, donde muchos no querían estar, y que sigue su rumbo inexorable hacia el hundimiento… ¿definitivo?
Ante la precariedad: estoicismo, determinismo… son caminos. Y como siempre, después del maremágnum, del absurdo llevado al extremo, del extremo reducido al absurdo, del rizo rizado de la enésima vuelta de tuerca irónica, sarcástica y ridícula, de las significaciones casuales y de las significaciones premeditadas, que quizás, ninguna, no significan nada -acuérdense de aquella famosa frase de Macbeth sobre la vida, el cuento, el idiota, el actor que se pavonea… Después, decimos, como siempre, la guerra.
…En medio de todo “ello”, deslumbra la verdad seria, divertida, serena, bella, misteriosa y diáfana de una karateka que pudiere indicarnos que otro camino es la locura cabal del sabio que actúa como el poseso que ama… sin inmutarse, tan pancho.
¡Eh, que es mucho menos denso de lo que parece! Porque, al final, también se trata de vivir la vida al menos habiéndose echado unas cuantas buenas risas.
Fíjense en el fondo, pero no descuiden las formas. Jueguen el juego: disfruten.
En una Sala de Reuniones, ante el Comité Ejecutivo de la empresa, una mentira chusca, rocambolesca y disparatada que se transforma en una verdad. Una verdad que quizás sigue siendo una mentira, retorciendo la verdad de la mentira hasta hacer relucir la mentira de la verdad. Una mentira. Una verdad. Una excusa…
Una nave que se va a pique, que casi hace aguas desde el principio, donde muchos no querían estar, y que sigue su rumbo inexorable hacia el hundimiento… ¿definitivo?
Ante la precariedad: estoicismo, determinismo… son caminos. Y como siempre, después del maremágnum, del absurdo llevado al extremo, del extremo reducido al absurdo, del rizo rizado de la enésima vuelta de tuerca irónica, sarcástica y ridícula, de las significaciones casuales y de las significaciones premeditadas, que quizás, ninguna, no significan nada -acuérdense de aquella famosa frase de Macbeth sobre la vida, el cuento, el idiota, el actor que se pavonea… Después, decimos, como siempre, la guerra.
…En medio de todo “ello”, deslumbra la verdad seria, divertida, serena, bella, misteriosa y diáfana de una karateka que pudiere indicarnos que otro camino es la locura cabal del sabio que actúa como el poseso que ama… sin inmutarse, tan pancho.
¡Eh, que es mucho menos denso de lo que parece! Porque, al final, también se trata de vivir la vida al menos habiéndose echado unas cuantas buenas risas.
Fíjense en el fondo, pero no descuiden las formas. Jueguen el juego: disfruten.