Ernesto san Román no es un idiota, al menos no uno de cuna. Él simplemente es una persona completamente ajena al paso del tiempo, un hombre sin contexto para desarrollarse satisfactoriamente en las habituales experiencias humanas, como trabajar o tener una cita.
Ernesto san Román no es un idiota, al menos no uno de cuna. Él simplemente es una persona completamente ajena al paso del tiempo, un hombre sin contexto para desarrollarse satisfactoriamente en las habituales experiencias humanas, como trabajar o tener una cita.